Alzheimer: una molécula similar a la taurina ofrece esperanza para un nuevo fármaco
Enfermedad de Alzheimer: tal vez un nuevo fármaco a partir de una molécula similar a la Taurina
Llega de una pequeña molécula similar a la Taurina, el aminoácido presente en algunas bebidas energéticas, la hipótesis de desarrollar un tratamiento capaz de combatir el Alzheimer. La sustancia, llamada EPPS, de hecho, puede destruir en ratones de laboratorio las placas amiloides, los típicos cúmulos de proteínas que se forman en el cerebro durante las fases iniciales de la enfermedad, destruyendo las neuronas.
Este es el descubrimiento realizado por los investigadores coreanos del Korea Institute of Science and Technology de Seúl, y publicado en la revista científica Nature, una de las más importantes del mundo.
Alzheimer: causas y síntomas
La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia senil: afecta aproximadamente al 5% de las personas con más de 60 años de edad y, en Italia, se estiman cerca de 500.000 enfermos. El Alzheimer es causado por una alteración de las funciones cerebrales que conlleva una serie de dificultades para el paciente en llevar a cabo las actividades normales de la vida cotidiana. La patología afecta áreas del cerebro implicadas en el procesamiento del pensamiento, la memoria y el lenguaje, y otras funciones mentales, provocando amnesia progresiva, estados de confusión, alteraciones de la personalidad, pérdida del control de las funciones corporales, cambios de humor y desorientación espacio-temporal.
A nivel biológico, los signos típicos de la patología son observables en el cerebro solo después de la muerte del paciente y son la presencia de las “placas amiloides”, acúmulos formados principalmente por una proteína llamada β-amiloide, y la de los ovillos de fibras (acúmulos neurofibrilares), además de la pérdida de conexiones entre las neuronas. Junto con la predisposición genética, también otros factores como la alimentación y el estilo de vida pueden tener un papel en la aparición de la enfermedad.
Cada vez son más los estudios que, como en otras patologías, demuestran que seguir una alimentación adecuada combatiendo la diabetes, la obesidad y la inflamación puede reducir el riesgo de Alzheimer. A este respecto, los ácidos grasos omega 3, en particular el DHA, que representa un componente fundamental de las membranas de las neuronas, parecen tener una función protectora contra el Alzheimer (lee aquí). Por desgracia, no existen fármacos capaces de detener o revertir la enfermedad y todos los tratamientos disponibles apuntan a reducir los síntomas.
EPPS destruye las placas amiloides
Durante su investigación, los científicos coreanos trataron con EPPS (o 4-(2-hidroxietil)-1-piperazina propanosulfónico), una sustancia muy similar a la Taurina presente en las bebidas energéticas, a ratones de laboratorio que presentaban mutaciones genéticas necesarias para “imitar” la enfermedad de Alzheimer y sus síntomas. Tras solo 3 meses de tratamiento, los animales mostraban mejoras en el aprendizaje y la reducción de las placas amiloides en el cerebro.
Según los científicos, la recuperación de las capacidades cognitivas observada se facilitó por el hecho de que estos ratones difícilmente desarrollan atrofia cerebral, mientras que, por desgracia, cuando a un paciente se le diagnostica la enfermedad, el tejido nervioso presenta tanto las placas amiloides como la atrofia. En cualquier caso, los resultados obtenidos han sugerido el desarrollo de terapias a base de EPPS, capaces de ralentizar la degeneración cerebral, sobre todo en la fase temprana del Alzheimer. Los futuros fármacos difícilmente podrán, por tanto, hacer recuperar a los pacientes el tejido nervioso perdido, pero serán capaces de bloquear el avance de la enfermedad y reducir la mortalidad.
Algo más sobre el estudio
Durante los experimentos que llevaron al descubrimiento, los investigadores coreanos añadieron el EPPS, sustancia usada en laboratorio para regular la acidez de las soluciones durante los experimentos, al agua potable suministrada a los ratones de experimento. Los animales, gracias a la inserción de dos genes, presentaban algunos síntomas del Alzheimer, entre ellos déficit de memoria y reducción de la capacidad de realizar actividades como nadar o atravesar pequeños laberintos. Los científicos administraron a los ratones varias dosis diarias de EPPS, hasta alcanzar los 30 miligramos (por kilo de peso del animal) durante tres meses.
Tras este tratamiento, al repetir las pruebas de aprendizaje y memoria, los animales demostraron una fuerte mejora del rendimiento, que se volvió comparable al de los ratones normales. El análisis del tejido cerebral evidenció, además, en aquellos tratados con EPPS, una disminución significativa de las placas amiloides. En particular, los ratones que recibieron la dosis de 30 mg habían perdido casi todas las placas presentes en el hipocampo, la región del cerebro implicada en el proceso de la memoria. En contraste, los ratones no tratados mostraban, en el mismo periodo de tiempo, el doble de placas en el hipocampo.
La acción del EPPS parece deberse a su capacidad para atravesar la barrera hematoencefálica, la estructura que rodea al cerebro protegiéndolo, gracias a su pequeño tamaño, para luego “romper” las placas amiloides sin causar ningún efecto secundario, en las dosis comprendidas entre 30 y 100 miligramos al día. Administrada en cantidades mayores (hasta 2.000 miligramos por kilogramo de animal), la molécula mostró en cambio efectos tóxicos; es evidente, por tanto, que deberán realizarse muchas pruebas para determinar las dosis seguras relativas a las administraciones para los seres humanos.
Las ventajas del EPPS
Según el doctor Kim, uno de los autores de la investigación, los resultados obtenidos finalmente abren el camino a futuras terapias que apunten a la destrucción directa de las placas amiloides, para detener la progresión de la enfermedad. En comparación con otras moléculas estudiadas, el EPPS es muy económico de producir, y es una molécula ya disponible en el mercado de productos químicos, y, en comparación con medicamentos o anticuerpos que requieren inyecciones, puede administrarse fácilmente por vía oral.
En los humanos, suelen pasar aproximadamente entre 10 y 15 años desde la acumulación de las placas amiloides hasta la atrofia cerebral y la manifestación de los déficits cognitivos. La eficacia de los fármacos derivados del EPPS será, por lo tanto, una herramienta terapéutica poderosa, sobre todo en las fases iniciales de la enfermedad y cuando un diagnóstico precoz del Alzheimer esté finalmente disponible.
Fuentes: Hye Yun Kim, Hyunjin Vincent Kim, Seonmi Jo, C. Justin Lee, Seon Young Choi, Dong Jin Kim& YoungSoo Kim.“EPPS rescues hippocampus-dependent cognitive deficits in APP/PS1 mice by disaggregation of amyloid-β oligomers and plaques.” Nature Communications.



