Fertilidad

Omega-3 y fertilidad masculina y femenina

La fertilidad, masculina y femenina, también pasa por el plato. Para hacer de la alimentación una aliada de quienes luchan contra la infertilidad es fundamental reequilibrar la ingesta de nutrientes pro- y antiinflamatorios. Entre estos últimos destacan las grasas Omega 3, asociadas a beneficios para la fertilidad de mujeres y hombres según numerosos estudios científicos.

En Italia, la infertilidad representa un problema para aproximadamente el 15% de las parejas. El dato proviene del Instituto Superior de Salud (ISS), que recuerda un aspecto importante: las causas subyacentes a las dificultades para concebir pueden ser tanto femeninas como masculinas.

También entran en juego factores ambientales y estilos de vida; el ISS pone como ejemplo la exposición a los llamados interferentes endocrinos, agentes químicos que pueden influir negativamente en el sistema reproductivo.

Por otra parte, el estilo de vida también puede ser un fuerte aliado de la fertilidad femenina y masculina; en particular, una ingesta adecuada de ciertos nutrientes específicos puede tener efectos positivos incluso en casos complejos como aquellos en que se debe recurrir a la Procreación Médicamente Asistida (PMA).

Entre estos nutrientes destacan los Omega 3, valiosas grasas poliinsaturadas que han sido asociadas a la mejora de la calidad tanto de la célula huevo como del espermatozoide. Pero lo que hace de los Omega 3 aliados de la fertilidad son, ante todo, sus propiedades antiinflamatorias.

Fertilidad e inflamación

De hecho, aunque se trata de un mecanismo fisiológico fundamental para defenderse de las infecciones, la inflamación puede convertirse en un arma de doble filo capaz de frustrar los sueños de las parejas en busca de un embarazo.

En particular, una inflamación que no se autorregula y que se convierte en un fenómeno crónico puede ser nociva e interferir con los procesos reproductivos alterando sustancias y mediadores que regulan la ovulación, la fecundación, la formación del embrión y la implantación en el útero.

Sus efectos negativos son evidentes en presencia de patologías asociadas a problemas de fertilidad específicas. Por ejemplo, en el caso de la endometriosis, reducir la inflamación crónica que afecta a toda la pelvis puede aumentar las tasas de embarazo.

También el síndrome del ovario poliquístico – o Policistosis Ovárica (PCO), otra patología potencialmente causante de infertilidad – genera inflamación, y detrás de los abortos asociados a ella parece existir un desequilibrio entre las moléculas que controlan la inflamación.

Finalmente, la obesidad genera un ambiente inflamatorio crónico que, junto con las hormonas producidas por el tejido adiposo, interfiere negativamente con la reproducción.

Un claro ejemplo de la eficacia de un enfoque basado en la reducción de la inflamación es el uso de un antiinflamatorio muy común: la aspirina. Tomada en bajas dosis, el ácido acetilsalicílico aumenta del 28% al 45% la frecuencia de los embarazos obtenidos con PMA y duplica la frecuencia de la implantación del embrión en el útero.

Los beneficios de los Omega 3 para la fertilidad femenina

Desde la PMA también nos llegan pruebas de la asociación entre los Omega 3 circulantes y la probabilidad de embarazo, el correcto desarrollo del embrión y el número de nacidos vivos; además, parece que tomar suplementos de Omega 3 puede ayudar a las mujeres que se han sometido a PMA a llevar a término su embarazo.

Al igual que la aspirina, estas grasas reducen la producción de moléculas involucradas en la inflamación, los tromboxanos. Este efecto parece útil para favorecer la implantación en la pared uterina.

Además, los Omega 3 aumentan la producción de prostaciclinas antiinflamatorias. Su disponibilidad podría por tanto mejorar la relación entre prostaciclinas y tromboxanos y, en consecuencia, el flujo sanguíneo al útero y la implantación.

Los resultados obtenidos combinando la toma de bajas dosis de aspirina y altas dosis de Omega 3 parecen confirmar la posibilidad de aumentar así precisamente el flujo sanguíneo al útero.

Las propiedades antiinflamatorias de estas grasas podrían ser particularmente útiles también en caso de PCO. El desequilibrio entre moléculas pro- y antiinflamatorias observado en casos de aborto asociados a esta condición parece depender justamente de los Omega 3, y las mujeres con PCO que toman Omega 3 ven reducir sus niveles de inflamación.

Además, la ingesta de Omega 3 parece poder ayudar también a controlar la excesiva producción de hormonas masculinas que caracteriza la PCO.

Finalmente, los Omega 3 podrían ayudar a mejorar la calidad de la célula huevo.

Los beneficios de los Omega 3 para la fertilidad masculina

Pero, como se dijo, la infertilidad puede hundir sus raíces también en problemas masculinos. Las pistas de los posibles beneficios de los Omega 3 no faltan tampoco en estos casos.

Según lo publicado en la literatura científica, los mecanismos involucrados podrían incluir:

  • la reducción de los daños en el ADN del esperma;
  • la mejora de la motilidad y la concentración del esperma;
  • la mejora de la secreción de testosterona;
  • la promoción de una morfología regular;
  • la creación de un ambiente seminal más antioxidante;
  • la reducción de los daños apoptóticos en el esperma.

Los Omega 3 son constituyentes fundamentales de las membranas celulares, de las cuales regulan la fluidez – una característica muy importante para los espermatozoides.

Además, el hombre también está expuesto a los efectos dañinos de la inflamación crónica. El sedentarismo, el tabaquismo, el consumo de alcohol, el sobrepeso y el síndrome metabólico son todas señales de un estado proinflamatorio que puede ser contrarrestado gracias a los Omega 3.

Cambiar a mejor el estilo de vida, también cuidando la ingesta de Omega 3, tiene un impacto directo en la calidad del esperma, que se produce en un proceso continuo. Nuevos hábitos, seguidos durante aproximadamente 3 meses, pueden mejorar significativamente un espermiograma, independientemente de la edad paterna.

La alimentación aliada de la fertilidad

Tanto en el caso del hombre como en el de la mujer, estos nuevos hábitos deberían incluir también una remodelación de la alimentación en sentido antiinflamatorio.

Ingredientes como el aceite de oliva virgen extra contienen principios activos capaces de regular la expresión de genes pro- y antiinflamatorios. Y algunos nutrientes controlan la inflamación también a otros niveles; en el caso específico, los Omega 3:

  • influyen en la actividad del sistema inmunitario;
  • promueven la producción de moléculas con menor potencial inflamatorio;
  • promueven la producción de moléculas que apagan los procesos inflamatorios ya en curso (protectinas, maresinas y resolvinas).

Los Omega 3 dotados de propiedades antiinflamatorias (el ácido eicosapentaenoico – EPA – y el ácido docosahexaenoico – DHA) se encuentran preformados en el pescado graso (como el salmón, las anchoas y las sardinas). Introducir este alimento en la propia dieta ayuda, por tanto, a desplazar la relación entre grasas antiinflamatorias y grasas inflamatorias – hoy, desgraciadamente, muy desequilibrada a favor de las segundas – hacia valores que promueven un estado tendencialmente antiinflamatorio.

Sin embargo, no siempre es posible consumir las cantidades necesarias para satisfacer las necesidades de Omega 3. Un primer obstáculo puede ser la alergia al pescado; a veces, además, es difícil superar el problema de la selectividad alimentaria. Finalmente, debe considerarse la calidad del pescado llevado a la mesa, aún más en los casos en que se están enfrentando cuestiones delicadas como problemas de fertilidad.

En estos casos, los suplementos alimenticios a base de aceite de pescado permiten alcanzar la ingesta de Omega 3 que ayuda a combatir la inflamación desplazando la relación entre moléculas proinflamatorias y antiinflamatorias hacia estas últimas y a promover los beneficios observados en los estudios científicos.

Reequilibrar los niveles de moléculas pro- y antiinflamatorias en el organismo es aún más importante en presencia de problemáticas que han sido asociadas a inflamación (como la obesidad) o a una carencia de Omega 3 (como la PCO).

También en estos casos, la base del enfoque debe ser una alimentación lo más variada, sana y equilibrada posible, rica en grasas antiinflamatorias como las del aceite de oliva virgen extra y el pescado graso. Donde esta alimentación no cubra las necesidades de Omega 3, el apoyo de los suplementos alimenticios se vuelve fundamental.

Fuentes de Omega 3: las alternativas al pescado

Además del citado pescado graso, otras fuentes de Omega 3 son las nueces y las semillas de lino. En estos alimentos de origen vegetal está presente, sin embargo, una forma de Omega 3 (el ácido alfa-linolénico, ALA) difícilmente utilizable.

El ALA no es uno de los Omega 3 activos contra la inflamación (que, como se dijo, son el EPA y el DHA) sino su precursor; el organismo humano cuenta con las enzimas para convertirlo en EPA y DHA, pero lo hace con muy baja eficiencia.

Las mujeres logran hacerlo mejor que los hombres, probablemente debido a una mayor necesidad de Omega 3 (por ejemplo durante el embarazo y la lactancia), pero satisfacer esta necesidad consumiendo fuentes de ALA sigue siendo difícil.

Por ello, la inclusión del pescado graso en la alimentación semanal y la suplementación con Omega 3 de aceite de pescado siguen siendo la mejor estrategia para satisfacer las propias necesidades de Omega 3.

Cuando estas estrategias no sean posibles (debido a las ya citadas alergias o a elecciones éticas – como las propias del estilo de vida vegano) es posible confiar en suplementos a base de otros aceites de origen marino: el aceite de krill y el aceite de microalgas.

El aceite de krill puede ser una solución en caso de alergia al pescado. Extraído del crustáceo Euphausia superba (el krill antártico), es rico en EPA y DHA en una forma altamente asimilable (los fosfolípidos) y asociado a astaxantina, un carotenoide con un poder antioxidante 10 veces superior al de otros carotenoides.

El aceite de microalgas es una alternativa de origen no animal, ya que se obtiene de microorganismos (generalmente las microalgas Schizochytrium). Donde esté certificado también en los procesos productivos es apto para la alimentación vegana, pero no solo: es una opción válida también para omnívoros y omnívoras.

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