¿Cómo nutrir el cerebro de los niños en edad escolar?
El cerebro de los niños en edad escolar está sometido a un doble desafío diario: desarrollarse y aprender nociones útiles para la escuela y la vida social. Para hacerlo de la mejor manera debe ser apoyado igualmente bien. También en este caso la contribución de la alimentación y de los suplementos alimenticios es todo menos desdeñable. Descubramos cómo nutrir el cerebro en esta particular fase de la vida.
Para niños y adolescentes, las capacidades de razonar, pensar, recordar y planificar son fundamentales para enfrentar la vida cotidiana. No solo están en juego las prestaciones escolares, sino también las interacciones sociales.
Todas estas capacidades se desarrollan precisamente durante la infancia y la adolescencia. Paralelamente, el cerebro cambia tanto en su estructura como en su funcionamiento; ¿cómo ayudarlo?
También la alimentación ofrece un importante apoyo. Por ejemplo, los alimentos ricos en vitaminas del grupo B (la biotina, la niacina, la riboflavina, la tiamina y las vitaminas B6 y B12) apoyan el funcionamiento del sistema nervioso y contribuyen a optimizar las prestaciones mentales, ayudando, al mismo tiempo, a reducir el cansancio y a promover el bienestar psicológico. También la vitamina C y diversos minerales (cobre, yodo, magnesio y potasio) poseen propiedades útiles para el buen funcionamiento del sistema nervioso. Para sostener, más en particular, las capacidades cognitivas son útiles el zinc, el hierro, el ya citado yodo y algunos extractos de origen vegetal, como la Bacopa monnieri.
Bacopa monnieri: la planta aliada de la mente
La Bacopa monnieri es una planta con una tradición de uso milenaria. También conocida como Brahmi, está clasificada por la medicina Ayurveda como Medhya Rasayana; dicho en términos occidentales, se trata de un “nootrópico”, es decir, un remedio que mejora la memoria y las capacidades cognitivas. Sus principios activos más importantes son los bacósidos A y B, que actuarían sobre el sistema nervioso central regulando en más de un nivel los mensajes dependientes del neurotransmisor acetilcolina, ejerciendo efectos ansiolíticos y protegiendo también de fenómenos asociados al desarrollo del Alzheimer.
Muchas de las pruebas de sus beneficios derivan de estudios realizados en adultos, en los que se mostró capaz de mejorar la memoria, la atención, las capacidades cognitivas y el ánimo. Sin embargo, no faltan las investigaciones que han analizado sus posibles ventajas para los niños. Ya en 1987, Sharma y colegas observaron un aumento de las capacidades de razonamiento, de la motivación exploratoria (el impulso a examinar lo que nos rodea, fundamental para el aprendizaje) y una mejor organización perceptiva (el proceso que permite al cerebro interpretar y estructurar la información que proviene de los sentidos) de niños en edad escolar (6-8 años) que habían tomado 350 mg de un jarabe de Bacopa tres veces al día durante 3 meses.
En 2000, en cambio, Negi y colegas analizaron los efectos de 2 dosis diarias de Bacopa de 50 mg, tomadas durante 12 semanas, en niños con diagnóstico de TDAH (trastorno por déficit de atención/hiperactividad). En comparación con quienes no la tomaron, los niños que recibieron Bacopa vieron mejorar significativamente su capacidad para repetir frases, la memoria lógica y las puntuaciones obtenidas en pruebas similares al conocido juego “memory”. Además, estas mejoras eran persistentes y evidentes incluso a 4 semanas de distancia de la interrupción de la toma de Bacopa.
Unos años más tarde, en 2008, Usha y colegas centraron la atención en los efectos de Bacopa sobre las capacidades cognitivas de niños y adolescentes con Funcionamiento Cognitivo Límite, es decir, con un coeficiente intelectual (CI) comprendido entre 70 y 85-90 puntos. Estos niños no presentan un déficit cognitivo, pero su CI se sitúa por debajo de las puntuaciones típicas de una inteligencia considerada dentro de la norma. El estudio previó que 28 jóvenes con edades entre 4 y 18 años (13 varones y 15 mujeres) tomaran durante 4 meses 225 mg al día de BacoMind®, un extracto patentado de Bacopa monnieri. De las pruebas realizadas surgieron mejoras significativas en diversas componentes de la memoria:
- la memoria de trabajo, es decir, la que permite retener y reelaborar información mientras se realizan tareas;
- la memoria verbal a corto plazo, es decir, la capacidad de almacenar y recuperar temporalmente, por un breve periodo, información leída o escuchada;
- la memoria lógica, es decir, la capacidad de comprender, retener y recuperar información en base a conexiones y significados lógicos;
- la memoria asociada a la vida personal;
- la memoria visual y auditiva, es decir, la capacidad de recordar, respectivamente, lo que se ha visto o escuchado.
En 2016, un grupo de investigadores de la Swinburne University de Melbourne, Australia, hizo un balance de la situación sobre los estudios que han considerado los efectos de Bacopa en niños y adolescentes. «Los resultados», explicaron los autores, «demuestran mejoras significativas y consistentes (…) en varios subdominios de la memoria». Solo el 2,3 % de los jóvenes experimentó leves efectos secundarios, tanto que los investigadores subrayaron la posibilidad de hacer un «uso seguro de Bacopa monnieri para mejorar aspectos en el dominio cognitivo, del comportamiento y del déficit de atención en niños y adolescentes».
Una ayuda de las grasas correctas
Cambiando la atención a los macronutrientes, también los Omega 3 pueden apoyar a niños y jóvenes en edad escolar. En particular, el DHA (ácido docosahexaenoico), una grasa de la que son ricos el pescado y los aceites de origen marino (de pescado, de krill y de microalgas), «contribuye al mantenimiento del funcionamiento normal del cerebro».
Este Omega 3 corresponde aproximadamente al 15-20 % de las grasas presentes en la porción frontal del cerebro de los adultos, donde participa en el control de las funciones ejecutivas, influyendo en la memoria de trabajo, las capacidades de planificación y resolución de problemas, el pensamiento crítico y la plasticidad cerebral, que —no por casualidad— están asociadas precisamente al desarrollo del lóbulo frontal.
La ingesta alimentaria de DHA se ha asociado con el desarrollo neurocognitivo y, más en particular, con la atención y la memoria. También su consumo en forma de suplementos ha mostrado efectos positivos en las funciones cognitivas; por ejemplo, el aceite de pescado se ha asociado con la modulación de actividades cerebrales de las que depende la memoria, interpretada por los investigadores como mejora de las capacidades cognitivas y de atención.
Los beneficios del DHA dependerían de su importante papel estructural en el cerebro. Tener a disposición cantidades suficientes permite a las neuronas crecer y desarrollar conexiones con otras células nerviosas. Los suplementos de DHA podrían así apoyar la formación de redes nerviosas y, por lo tanto, el desarrollo cerebral y el funcionamiento cognitivo.
También muchas de las indicaciones de los posibles beneficios de los Omega 3 para el cerebro de los niños derivan de estudios sobre el TDAH. Una de las teorías sobre el origen de esta condición señala precisamente la carencia de DHA y del otro Omega 3 de origen marino, el EPA (ácido eicosapentaenoico). Cuanto mayor es la carencia de Omega 3, más evidentes son los síntomas del TDAH, y estudios clínicos sugieren que estas grasas pueden ayudar en el tratamiento de dichos síntomas, además con un perfil de seguridad mejor en comparación con los remedios farmacológicos más comunes.
En el caso del TDAH, los beneficios de los Omega 3 dependerían de sus propiedades antiinflamatorias, de la capacidad de regular la actividad del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal y del sistema nervioso autónomo y del efecto positivo sobre el microbiota intestinal.
Finalmente, los beneficios de los Omega 3 para el cerebro parecen potenciarse con la combinación con otra grasa con propiedades antiinflamatorias, el ácido gamma-linolénico (GLA). Particularmente abundante en el aceite extraído de las semillas de borraja (Borago officinalis), el GLA es un Omega 6 importante para la integridad de la membrana de las células nerviosas y para un adecuado flujo sanguíneo a los nervios.
Los suplementos alimenticios que combinan EPA, DHA y GLA son cada vez más frecuentes; esta combinación parece particularmente eficaz para inhibir la formación de moléculas proinflamatorias, cuyos excesos, especialmente si se mantienen en el tiempo, son peligrosos para la salud. No solo eso, la interacción entre EPA y GLA parece útil también contra el déficit de atención y los trastornos conductuales típicos del TDAH.
Omegor® Mind: una fórmula comprobada por los beneficios de la ciencia
En definitiva, la investigación parece apuntar claramente hacia una conclusión: gracias a los alimentos y suplementos adecuados, podemos proporcionar al cerebro de los niños sustancias que lo ayudan a dar lo mejor de sí en una fase de la vida tan desafiante como es la edad escolar.
Para apoyarlo de la mejor manera posible, Omegor ha reunido estas sustancias dentro de un único producto: Omegor® Mind. Gracias a la sinergia entre las vitaminas del grupo B, el zinc, BacoMind®, EPA, DHA y GLA, este suplemento tiene como objetivo apoyar las funciones cognitivas durante la edad del aprendizaje.
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