Sistema nervioso

Los omega-3 protegen contra el daño cerebral y preservan las fibras nerviosas

El aceite de pescado protege las fibras nerviosas y es una ayuda contra las lesiones cerebrales

Los Omega-3 en altas concentraciones tienen un efecto protector sobre el cerebro de las personas mayores. Altos niveles de DHA (ácido docosahexaenoico), EPA (ácido eicosapentaenoico) y DPA (ácido docosapentaenoico) parecen reducir el riesgo de ictus silenciosos, pequeñas lesiones causadas por la falta de flujo sanguíneo, y confieren mayor estabilidad a las fibras nerviosas que componen la sustancia blanca. Esto fue descubierto por investigadores de la University of Eastern Finland de Kuopio en Finlandia, en un estudio publicado en el Journal of The American Heart Association, y realizado para investigar la asociación entre Omega-3 en forma de fosfolípidos y anomalías cerebrales.

Los Omega 3 componen las membranas de las neuronas

Los Omega-3 forman parte de los componentes de las membranas de las neuronas, donde desempeñan una función estructural y también aseguran su correcto funcionamiento. El DHA es una de las moléculas más representadas en el sistema nervioso central. Cumple un papel importante en el desarrollo cerebral y del tejido retiniano en el feto. Numerosos estudios han demostrado, además, que una dieta rica en Omega-3 en adultos y personas mayores facilita el mantenimiento de la memoria y de las funciones cognitivas, y se asocia a un menor riesgo de ictus. El ictus isquémico se debe a una reducción del flujo sanguíneo, que puede ser causada por un estrechamiento o por la obstrucción de una arteria que lleva sangre al cerebro. El “ictus silencioso” o “infarto cerebral silente” es una pequeña lesión cerebral provocada probablemente por un coágulo que interrumpe el flujo sanguíneo. Suele ser asintomático y afecta a aproximadamente el 20% de los adultos sanos.

Más Omega-3 para un cerebro más sano

Los científicos dirigidos por Jyrki Virtanen evaluaron los datos de 3600 sujetos de 65 años o más, sometidos a resonancia magnética (MRI) del cerebro entre 1992 y 1994. De este grupo, 2.313 sujetos repitieron el examen después de cinco años. Aquellos con antecedentes de ictus o ataque isquémico transitorio, o cuyos datos sobre ácidos grasos eran incompletos, fueron excluidos del estudio en curso. Las muestras de plasma, recogidas entre 1992 y 1993, fueron analizadas para identificar los niveles de ácidos grasos poliinsaturados en forma fosfolipídica. Dividiendo los sujetos en grupos según las concentraciones de Omega-3 plasmáticos, los investigadores demostraron que los ancianos con niveles más altos de EPA, DHA y DPA tenían un 40% menos de probabilidad de infarto silente en comparación con aquellos del grupo con las concentraciones más bajas. Los sujetos con los niveles más altos de Omega-3 también mostraban una menor alteración de la sustancia blanca, la región cerebral compuesta por los axones de las neuronas, en comparación con el grupo con Omega-3 más bajos.

La importancia de una dieta rica en Omega-3

Los resultados de este estudio sugieren que en los ancianos, un alto contenido de Omega-3 en forma fosfolipídica está asociado a una menor prevalencia de infartos cerebrales silentes y a una mejor calidad de la sustancia blanca, como se observa en la resonancia magnética. Estas evidencias confirman los efectos beneficiosos del consumo de pescado, la fuente principal de Omega-3, sobre la salud cerebral en la edad avanzada.


Fuente: Jyrki K. Virtanen, David S. Siscovick, Rozenn N. Lemaitre, William T. Longstreth, Donna Spiegelman, Eric B. Rimm, Irena B. King, Dariush Mozaffarian. “Circulating Omega‐3 Polyunsaturated Fatty Acids and Subclinical Brain Abnormalities on MRI in Older Adults: The Cardiovascular Health Study” J. Am Heart Ass. 2013. October 10, 2013, doi: 10.1161/JAHA.113.000305.