Los omega-3 protegen y aceleran la curación de los nervios periféricos
Los Omega-3 podrían ser valiosos aliados contra los daños en los nervios periféricos. Así lo sugieren investigaciones en modelos animales y estudios clínicos preliminares según los cuales estas grasas, conocidas por sus propiedades antiinflamatorias y por su importancia a nivel del sistema nervioso, podrían incluso favorecer la curación de los nervios periféricos ya dañados.
Si se confirma, esta propiedad de los Omega-3 podría ayudar a gestionar situaciones como las que enfrentan quienes conviven con patologías como la diabetes, entre cuyas posibles complicaciones se incluyen también problemas en estos componentes del sistema nervioso.
El papel de los Omega-3 en el tejido nervioso
Los Omega-3 (en particular, los de “cadena larga”: EPA - ácido eicosapentaenoico - y DHA - ácido docosahexaenoico) son componentes importantes de las membranas de las células nerviosas, cuyas propiedades regulan.
Además de garantizar la multiplicación y diferenciación de las neuronas, también las ayudan a utilizar correctamente los neurotransmisores (las moléculas responsables de la transmisión del impulso nervioso).
Las membranas celulares del cerebro y la retina son particularmente ricas en DHA, un nutriente necesario para el desarrollo y buen funcionamiento de la vista y el cerebro. No solo eso, un derivado suyo – la neuroprotectina D-1 (NPD-1) – protege las estructuras nerviosas atenuando la inflamación y las señales que inducen la muerte celular programada provocada por el estrés oxidativo.
DHA y NPD-1 han sido asociados a posibles beneficios en condiciones neurodegenerativas del sistema nervioso central y periférico. En general, los Omega-3 de cadena larga son precursores de una serie de moléculas antiinflamatorias y neuroprotectoras, y los resultados de diversos estudios realizados a lo largo de los años han demostrado sus beneficios contra varios trastornos neurológicos, incluidos los traumatismos agudos.
Según los expertos, las propiedades de estas grasas serían útiles en la prevención, control y tratamiento de trastornos psiquiátricos como:
- la depresión;
- el trastorno bipolar;
- las enfermedades neurodegenerativas (como el Alzheimer).
Nervios dañados, no es solo una cuestión de dolor
Al centrarse en el caso de daños a estructuras nerviosas, es importante considerar que el dolor no es el único problema que debe afrontar quien sufre un trauma en un nervio. Otras posibles consecuencias pueden ser la sensación de debilidad o, incluso, una parálisis muscular.
Afortunadamente, los nervios periféricos (que son los situados fuera del cerebro y la médula espinal) tienen la capacidad de regenerarse. Además, técnicas médicas específicas pueden ayudar en la recuperación de la funcionalidad.
Desafortunadamente, sin embargo, excepto en los daños más leves, la recuperación de este tipo de trauma no suele ser completa. Por ello, cualquier estrategia que la favorezca o que ayude a evitar el daño sería bienvenida.
Suplementos de Omega-3: una ayuda también para los traumas en nervios periféricos
Uno de los primeros indicios de la posible eficacia de los Omega-3 en la prevención de daños en nervios periféricos y su regeneración tras un trauma provino de un estudio coordinado por Adina Michael-Titus de la Queen Mary University de Londres (Reino Unido), publicado en el Journal of Neuroscience en 2012.
Michael-Titus y colegas simularon un trauma en las células nerviosas de ratones que, gracias a la expresión del gen fat-1, son capaces de acumular niveles de Omega-3 más elevados de lo normal. En particular, los investigadores dañaron los nervios periféricos estirándolos o privándolos de oxígeno, evaluando luego los niveles de muerte celular. Se evidenció que niveles elevados de Omega-3 protegen a las neuronas de ambos tipos de daño.
Un segundo experimento, en el que los científicos dañaron el nervio ciático de los ratones, reveló que los animales que acumulaban mayores cantidades de estos ácidos grasos lograban recuperar más rápidamente la funcionalidad del nervio.
Por último, los ratones que expresaban fat-1 también resultaron protegidos de la atrofia muscular que puede ser causada por el daño neurológico.
Los resultados de los experimentos en ratones fueron confirmados analizando la expresión de algunos marcadores de daño. Así, ya hace varios años tanto estudios in vivo como experimentos in vitro sugerían que estos nutrientes podrían ser útiles en el tratamiento de daños en nervios localizados fuera del cerebro y la médula espinal.
Esta hipótesis se vio reforzada por los resultados de estudios posteriores, como el publicado en 2017 en Frontiers in Pharmacology por un grupo de investigadores coordinado por Ana Miranda de la Universidade Federal do Rio de Janeiro (Brasil).
En experimentos realizados en ratones, Miranda y colaboradores indujeron el dolor neuropático típicamente asociado con el daño a los nervios periféricos mediante la ligadura parcial del nervio ciático. Luego, se administraron a los animales durante 10 días 4,6 o 2,3 g de aceite de pescado concentrado (fuente de Omega 3 de cadena larga).
Se observó que bastaba con la dosis más baja, administrada durante 5 días, para prevenir los síntomas derivados de la ligadura y la expresión de moléculas inflamatorias.
«Estos resultados», concluyeron los autores, «indican las propiedades regenerativas y, posiblemente, protectoras de la ingesta oral combinada de EPA y DHA tras un daño a los nervios periféricos, así como la actividad antineuroinflamatoria, destacando efectos terapéuticos prometedores de los Omega 3 en el tratamiento del dolor neuropático».
Más recientemente, estudios clínicos han confirmado que los efectos observados en modelos animales podrían ser aplicables también al ser humano.
Por ejemplo, en un estudio publicado en 2021 en el Journal of Diabetes and its Complications, un grupo canadiense de investigadores hizo que 40 pacientes con diabetes tipo 1, incluidos 23 con polineuropatía distal simétrica (la complicación crónica más frecuente de la diabetes, caracterizada por el daño de múltiples nervios en diferentes partes del cuerpo), consumieran un aceite marino que contenía Omega 3 (para un total diario de 750 mg de EPA, 1020 mg de DHA y 560 mg de DPA – ácido docosapentaenoico).
Midiendo los niveles de Omega 3 en la sangre de los participantes al inicio del estudio y a los 4, 8 y 12 meses tras el comienzo del consumo del aceite, los autores concluyeron que niveles bajos de DHA están asociados con la polineuropatía distal simétrica y que «mayores niveles basales de Omega 3 se asocian con una mayor regeneración de los nervios».
En concreto:
- los niveles de DHA eran más bajos en los participantes con polineuropatía;
- después de 12 meses de ingesta, los niveles de EPA, DPA y DHA aumentaron, en promedio, un 185%, 29% y 79%, respectivamente;
- tras 12 meses de tratamiento, también aumentó la longitud del nervio corneal (en promedio, un 29%);
- niveles basales más altos de DHA, DPA o de Omega 3 totales se asociaron con una mayor variación en la longitud del nervio corneal.
Otros dos pequeños estudios sugieren que la ingesta de un suplemento de EPA y DHA durante la quimioterapia podría reducir la incidencia de neuropatía inducida por el tratamiento antitumoral.
Omega-3 para proteger los nervios de las consecuencias de los traumatismos
Estos y otros datos publicados en la literatura científica sugieren la utilidad de los Omega-3 en la protección de las células nerviosas dañadas y para acelerar la recuperación de los nervios periféricos después de un trauma.
Investigaciones adicionales podrán esclarecer mejor el papel protector de los Omega-3 frente a los nervios humanos.
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Referencias bibliográficas
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