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El Omega-3 ayuda a combatir la psoriasis y la dermatitis.

La piel es la primera barrera de defensa del organismo. La protección que ofrece no es solo de tipo físico; más bien, se trata de un verdadero escenario para la puesta en escena de numerosos procesos inflamatorios que protegen la salud de las amenazas externas. A veces, sin embargo, un exceso de inflamación puede dañar la misma piel; es lo que ocurre en el caso de patologías como la psoriasis y la dermatitis atópica, en las que la fuerte activación de las defensas inmunitarias desencadena síntomas que comprometen significativamente la calidad de vida del paciente.

Los tratamientos tópicos a menudo utilizados para gestionar estas patologías no atacan la inflamación sistémica que las caracteriza y esto impide un verdadero control; por ello nuevas oportunidades de tratamiento son altamente deseables. Los Omega 3, ácidos grasos de cadena larga que pueden ser ingeridos con pescado graso y aceites de origen marino (de pescado, de hígado de bacalao, de kril y de microalgas), podrían representar un enfoque innovador para su manejo precisamente en virtud de su capacidad para contrarrestar los fenómenos inflamatorios.

Los Omega 3 y la piel

La importancia de las grasas de origen alimentario para la salud de la piel es conocida desde hace casi un siglo. Fue, de hecho, en 1929 cuando en la literatura científica se describió por primera vez un síndrome causado por una alimentación muy pobre en grasas; sus manifestaciones, principalmente cutáneas, incluían eritema, engrosamientos de la piel y picor – todos problemas bien conocidos por quienes lidian con psoriasis y dermatitis.

Después de años de estudios hoy es posible afirmar que, entre las diversas grasas que pueden ser consumidas con la dieta, no deben faltar dosis adecuadas de las poliinsaturadas de cadena larga, como los Omega 3. La epidermis es, de hecho, capaz de producir solo cantidades mínimas; proporcionarlas con la alimentación es por tanto indispensable.

Una vez en la piel, los Omega 3 sostienen su función de barrera, promueven la maduración y diferenciación de la capa córnea y la formación de los cuerpos lamelares y atenúan la inflamación cutánea compitiendo con el ácido araquidónico (ARA, un derivado del Omega 6 ácido linoleico con propiedades fuertemente inflamatorias) e inhibiendo la producción de eicosanoides con propiedades proinflamatorias. Además, diversos de sus derivados suprimen la migración de células inmunitarias y promueven su apoptosis, mientras favorecen la supervivencia de las células epiteliales.

Omega 3 y dermatitis atópica

En el caso específico de la dermatitis atópica (la enfermedad inflamatoria de la piel más común) la actividad de la enzima responsable de la producción de moléculas antiinflamatorias a partir de las grasas de origen alimentario parece estar reducida. No solo eso: entre los mecanismos subyacentes, complejos y multifactoriales, juega un papel significativo una alteración de las defensas inmunitarias caracterizada por niveles elevados de moléculas proinflamatorias, promovidas también por una alimentación caracterizada por una relación entre grasas Omega 6 y Omega 3 fuertemente desequilibrada hacia las primeras.

Diversos estudios sugieren que el aceite de pescado, fuente de los Omega 3 biológicamente activos EPA (ácido eicosapentaenoico) y DHA (ácido docosahexaenoico), puede mejorar los síntomas de esta patología y ayudar a prevenirla a través de los efectos antiinflamatorios de estos ácidos grasos poliinsaturados. No solo eso, también la capacidad del DHA de promover la diferenciación normal de los queratinocitos y apoyar la integridad estructural de las distintas capas de la epidermis, mejorando su función de barrera, podría jugar un papel en el manejo y la prevención de la dermatitis atópica.

Un aporte adecuado de Omega 3 ayudaría a contrarrestar la aparición de la enfermedad desde la gestación; de hecho, la ingesta de aceite de pescado durante el embarazo se ha asociado con mejoras en la severidad de la patología durante el primer año de vida. Pero no solo eso: una leche materna rica en grasas saturadas y pobre en Omega 3 se ha asociado con un aumento de su incidencia, y la ingesta de suplementos de Omega 3 se ha asociado con efectos beneficiosos incluso en niños mayores. En particular, un estudio publicado en Nutrients en 2024 demostró cómo la ingesta combinada de EPA, DHA, GLA (ácido gamma-linolénico, un Omega 6 con propiedades antiinflamatorias conocido por sus efectos beneficiosos para la piel) y vitamina D3 durante 4 meses permite reducir significativamente el índice SCORAD (SCORing Atopic Dermatitis, utilizado para evaluar la severidad de la enfermedad) y la aplicación tópica de corticosteroides y mejorar significativamente el picor, la calidad del sueño y la calidad de vida de los niños atópicos.

La hipótesis según la cual el DHA, en particular, puede reducir el riesgo de dermatitis atópica está adicionalmente respaldada por un reciente análisis de randomización mendeliana, publicado por Huang et al. en las páginas de European Review for Medical and Pharmacological Sciences. El mismo análisis sugiere que el efecto de este ácido graso Omega 3 está mediado por el gen TNFSF14, codificante para una proteína perteneciente a la superfamilia del Tumor Necrosis Factor (TNF) involucrada en la regulación de la respuesta inmunitaria y de la inflamación.

Niveles elevados de TNFSF14, un marcador del estado inflamatorio general del organismo, están asociados a un mayor riesgo de dermatitis atópica. Según Huang y colegas el DHA podría reducir el riesgo de desarrollar esta patología cutánea reduciendo su expresión e inhibiendo, así, la respuesta inflamatoria. Estudios adicionales permitirán verificar esta hipótesis.

Omega 3 y psoriasis

También la psoriasis es una patología dermatológica con una fuerte componente inflamatoria. Quienes la padecen deben enfrentar las consecuencias de una inflamación crónica de la piel asociada al aumento de la liberación de citoquinas proinflamatorias y a daños en diversos órganos y tejidos.

En la base de la excesiva proliferación de los queratinocitos que la caracteriza parece estar precisamente la activación del sistema inmunitario, que lleva al aumento de la producción de ARA y a la producción de mediadores proinflamatorios. EPA y DHA podrían regular la respuesta inmunitaria a nivel de la epidermis, justamente como parecen poder hacer en el caso de la dermatitis atópica.

De hecho, la baja prevalencia de psoriasis entre los esquimales se ha atribuido precisamente al elevado consumo de alimentos ricos en Omega 3. Por el contrario, en pacientes con formas graves de psoriasis se han detectado niveles significativamente reducidos de Omega 3 en las membranas de los glóbulos rojos (considerados indicadores válidos de los niveles de estos ácidos grasos en el organismo). Por último, también en el caso de la psoriasis, el papel de los Omega 3 en la génesis de la patología está respaldado por un reciente análisis de randomización mendeliana. Como reportan Huang et al., autores del análisis, solo los Omega 3, y no otras grasas, estarían asociados a un menor riesgo de psoriasis.

Dada la ausencia de terapias capaces de curar completamente la enfermedad, la posibilidad de coadyuvar los tratamientos actualmente disponibles con remedios naturales como los suplementos de Omega 3 es particularmente intrigante. A día de hoy se sabe que la producción de citoquinas proinflamatorias aumentadas en caso de psoriasis es suprimida por los Omega 3 que, tras la ingesta del aceite de pescado, se incorporan a las membranas celulares. Además, experimentos en modelo animal sugieren que derivados de los Omega 3 capaces de resolver la inflamación (las resolvinas) suprimen la infiltración de células inmunitarias y la hiperplasia en la piel psoriásica.

Buenas noticias llegan también de los estudios clínicos, de los que emerge la posibilidad de utilizar los suplementos de Omega 3 para mejorar el eritema, el picor y los engrosamientos cutáneos debidos a la psoriasis. En particular, añadir aceite de pescado (o, más en general, Omega 3) a los tratamientos convencionales permite reducir significativamente el índice PASI (Psoriasis Area and Severity Index, un parámetro mediante el cual se evalúa la gravedad de la enfermedad) y el tamaño de las lesiones.

Suplementos de Omega 3: una ayuda válida sin efectos secundarios graves 

Dadas las fuertes consecuencias de las patologías inflamatorias cutáneas sobre la calidad de vida de quienes las padecen, lograr mejorar los efectos de los tratamientos disponibles con remedios naturales como los Omega 3, que, salvo casos específicos como el de la alergia al pescado, no presentan efectos secundarios graves, es un resultado altamente deseable. Además, las mejoras obtenibles gracias a los Omega 3 podrían también permitir reducir las dosis de los medicamentos y, en consecuencia, el riesgo de sus posibles efectos adversos.

Nuevos estudios permitirán confirmar los beneficios de este enfoque complementario y dar indicaciones más precisas sobre las dosis de Omega 3 a tomar en la gestión de psoriasis y dermatitis. Lee el Blog de Omegor para descubrir todas las novedades en el sector!

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