Depresión: Dos raciones de pescado a la semana son suficientes para combatirla.
Depresión: comer más pescado ayuda al estado de ánimo y actúa positivamente sobre el cerebro
Consumir pescado, especialmente el rico en Omega 3, al menos dos veces por semana ayudaría a las mujeres a reducir el riesgo de depresión. En los hombres, en cambio, esta relación no es observable. La hipótesis es que los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga, en combinación con las hormonas femeninas, podrían actuar sobre el cerebro influyendo positivamente en el estado de ánimo.
Este es el hallazgo realizado por investigadores del Menzies Research Institute en Tasmania (Australia), y publicado recientemente en la revista American Journal of Epidemiology.
Los Omega-3 son esenciales para el funcionamiento de las neuronas
Los ácidos grasos Omega-3 son componentes fundamentales de las membranas celulares de las neuronas. En particular, el DHA (ácido docosahexaenoico) es el ácido graso más representado en el sistema nervioso. El papel de los Omega-3 es mantener la fluidez de las membranas y garantizar el crecimiento y la comunicación entre las células cerebrales. Numerosos estudios han sugerido que los ácidos grasos Omega-3 pueden tener efectos protectores contra enfermedades neurológicas como el Alzheimer y actuar positivamente sobre el estado de ánimo y el comportamiento.
Consumo de pescado: efectos en hombres y mujeres
Durante el estudio se monitorearon 1400 personas, hombres y mujeres, entre 26 y 36 años, que completaron un diario sobre sus hábitos alimentarios, indicando la frecuencia y el tipo de pescado y mariscos consumidos. Además, se recopilaron datos sobre el estado de salud mental de cada uno. Después de 5 años de observaciones, teniendo también en cuenta los estilos de vida, la educación y la profesión, los investigadores observaron una relación entre el consumo de pescado y la incidencia de depresión. En particular, en las mujeres era evidente que por cada porción adicional de pescado consumida por semana, el riesgo de depresión disminuía en un 6%.
En las mujeres que consumían pescado al menos dos veces por semana desde el inicio del estudio, la probabilidad de episodios depresivos era un 25% menor en comparación con aquellas que lo consumían con menor frecuencia. En los hombres, esta relación no era evidente. La diferencia de efectos se debería a la combinación de los Omega-3 con las hormonas femeninas (estrógenos y progesterona), útil para mantener el correcto funcionamiento del cerebro. Otra hipótesis considera la escasa cantidad de productos del mar consumidos por los hombres, quienes tienden a obtener Omega-3 de otras fuentes, sobre todo carne. Los ácidos grasos Omega-3 con efectos beneficiosos sobre el cerebro son los de cadena larga, contenidos especialmente en el aceite de pescado.
Aceite de pescado como parte de una dieta equilibrada
Los resultados de este estudio sugieren que el pescado tiene efectos positivos sobre el bienestar mental de las mujeres, aunque aún falta esclarecer el mecanismo por el cual esto ocurre. Este descubrimiento es muy importante si se considera que solo en el Reino Unido aproximadamente 5 millones de personas padecen depresión y que las mujeres, entre los 16 y 42 años, tienen más del doble de probabilidades de ser afectadas. Está claro que el cuerpo humano, incluido el cerebro, requiere una alimentación adecuada para funcionar correctamente y que en algunos casos, las deficiencias pueden manifestarse también en forma de depresión.
Por lo tanto, se recomienda comer al menos dos porciones de pescado por semana, una de las cuales de especies con alto contenido en Omega 3, como caballa, atún fresco, salmón o sardinas. Los mariscos y el pescado blanco también pueden ayudar a reducir deficiencias de minerales como zinc y yodo. Según los investigadores, el consumo de aceite de pescado que contiene Omega-3 puede favorecer la salud y formar parte de una dieta equilibrada.
Fuente: Smith KJ, Sanderson K, McNaughton SA, Gall SL, Dwyer T, Venn AJ. “Longitudinal associations between fish consumption and depression in young adults”. Am J Epidemiol. 2014 May 15;179(10):1228-35.



